17 de octubre de 2018

Las Agujas De Prisa


Sentía cómo se le escurría el tiempo entre los dedos. Cerraba las manos con ahínco para atrapar todos los segundos, pero se le derramaban ríos de minutos que desembocaban en mares de horas.

Lo que más detestaba Enrique Prisa era que su tiempo no fuera productivo. Cuando se tumbaba a descansar en el sofá, las tardes de domingo o fiestas de guardar, le atacaban los remordimientos por no estar corriendo una maratón o plantando abetos en medio del desierto. Se lamentaba también al ver una serie sobre bomberos alienígenas mientras podría estar releyendo un clásico de Dostoievski. Si iba a la playa, se quejaba amargamente de no estar haciendo nada útil y se dedicaba a construir mezquitas de arena recreando con precisión sus respectivos arcos, bóvedas y minaretes.

11 de octubre de 2018

El Hombre Perdido


Una vez un hombre perdido quiso encontrar una vía para encontrarse y se perdió en medio de unas frondosas montañas. Convirtió un refugio de pastores abandonado en su hogar y adoptó el estilo de vida más austero que le permitiera sobrevivir. Bebía de un abrevadero castigado por el paso del tiempo y se alimentaba de los frutos que estaban esparcidos por el suelo.

3 de octubre de 2018

El Secreto Pretencioso


Como una confesión que no debería revelarse nunca más nació el secreto que nos ocupa. Pasaba su vida celosamente arrinconado en la memoria y trataba de ocultarse de la luz y de las voces humanas. Cansado de su monótona vida y amenazado por caer en el olvido, salía de su escondrijo para asombrarse con el exterior. Cierto día, el secreto comenzó a sufrir una fiebre muy alta y se agitaba descontrolado de un lado para otro hasta que llegó a la punta de la lengua y se precipitó hacia un oído desconocido.
Paulatinamente, fue entrando en otras mentes provocando sorna, envidia, crítica e indiferencia. El secreto dejó de ser enclenque y tímido, engordaba por momentos y ansiaba entrar en nuevos escondites y desencadenar más sentimientos. En una de sus múltiples indiscreciones, topó con la persona que le había dado la vida y a la que había prometido no revelarse nunca. En ese instante, el secreto reventó y dejó de ser secreto. Dicen que deambula por las calles del olvido y que duerme entre cartones mugrientos, que se ha convertido en un chisme vulgar que nadie quiere escuchar.

30 de septiembre de 2018

La Huida


Hubo una vez un tipo que se propuso huir de sí mismo. Caminaba sin rumbo fijo, intentaba correr más rápido que el viento y se escondía en lugares recónditos. Sin embargo, al comprobar si había logrado su propósito, descubría que la persona de quien trataba de escapar se mantenía impasible junto a él.
Cansado de intentos fallidos y estratagemas imposibles, engañado por profesionales de la huida que prometían golpes perfectos, urdió un plan que creía infalible. Aunque ya poco pueda importarle, si estuviera vivo se sentiría decepcionado por el fracaso de su huida y la condena a seguir atado a sí mismo por toda la eternidad.

29 de septiembre de 2018

La Ley Invisible


La euforia de concluir su primera obra se desvaneció al leerla. Un reguero de incertidumbres le paralizaba y la ilusión de crear dio paso al espanto. El joven escritor se lamentaba por haber sido tan diáfano y se angustiaba al preguntarse si su historia podría molestar a alguien. Se odiaba por haber sido él mismo.
Al poco tiempo optó por escribir una historia de amor entre la hija de una familia noble y el jardinero de la casa. No hubo lugar a la controversia y la obra fue galardonada en varios certámenes, la crítica lo adoraba y su editor se frotaba las manos. Mientras tanto su genuina creación aguarda en silencio cubierta de polvo.

25 de septiembre de 2018

Humildad y Realidad


Hubo una vez un soñador que abrió un negocio que dispensaba humildad. En las tertulias de la ciudad se alababa la idea, muchas personas reconocían que no les iría mal hacerse con un poco de modestia y en la tienda se concentraban cientos de curiosos.
Después de meses, resignado y arruinado, el ingenuo dueño se vio obligado a cerrar. Ahora vende tazas, camisetas, chapas y libretas con frases como "No te creas más que nadie, ni te creas menos que alguien". Le va bien, dicen.

12 de septiembre de 2018

Cuba No Es Fácil


Llegué a Cuba en busca de lo desconocido, ansioso por dejarme atrapar por su incertidumbre perenne y su virginidad natural. Después de veinte días, he vuelto cargado de experiencias paradójicas, piezas de un puzle incompleto que no tienen la más mínima preocupación por encajar entre sí. Conforman estas un paisaje salvaje a la par que difuminado del cual he desistido comprender. Ni tan siquiera el guajiro más sabio se atreve a otra cosa que no sea maravillarse con este milagro hecho isla.

28 de enero de 2018

El Club de los 27


Se agotaba mi tiempo. Estaba cerca de alcanzar el punto crítico, de perder el último tren, de convertirme en el novio plantado frente al altar o la mujer a la que se le pasa el arroz. Tenía veintisiete años y acababa de darme de bruces con una realidad devastadora: mi existencia no había brindado ni una mísera contribución destacable a la humanidad. Es más, se podría afirmar que mi persona era totalmente prescindible, fruto de esa extraña convención de dejar vivir sin pedir nada a cambio.

4 de enero de 2018

País de Piel Fina

Fruto de la serena observación y la exhaustiva investigación, he detectado una desconocida enfermedad de la cual me veo en la obligación de alertar. He de confesar que carezco de cualquier tipo de formación en medicina, ni falta que hace. Basta con no ser aliado de la ceguera, estar corroído por la hipocresía o rendido a la necedad cotidiana para darse cuenta del diagnóstico categórico. Cabría preguntarse por qué no hemos oído hablar de ella, quién ha escondido las certeras evidencias o derivado los síntomas hacia otros trastornos contemporáneos que, si bien existen, han conseguido agravar los daños de la enfermedad hasta convertirlos en devastadores e irreversibles. Sorprendentemente, esta plaga está especialmente arraigada en España. No estoy hablando de la impuntualidad, la predisposición genética por la corrupción, la veneración a símbolos religiosos y/o fascistas o el hablar a voces sin tener la más remota idea. Me refiero a una patología mucho más general, la vorágine que destruirá este país y a todos sus individuos. Hablo de tener la piel fina.

Todo comenzó en un restaurante de bien, en el transcurso de una cena con gente de la intelectualidad patria. Entre otros, allí se daba cita el dispensador de viagra de Vargas Llosa, uno de los negros de Pérez-Reverte, el chapero predilecto de Sánchez Dragó, el callista de Pedro Almodóvar, el camello de confianza de don Jaime de Marichalar y el mismísimo Rey del Pollo Frito, Ramoncín. Después de mantener una vibrante conversación sobre los beneficios que tenía para el sistema circulatorio miccionar haciendo el pino, se inició una encarnizada discusión en torno a la receta original del gazpacho andaluz. Aunque no debiera admitir dudas, el personal comenzó a desvariar con la composición del brebaje y a recurrir a rincones  inmundos de la red para granjear a sus argumentos cierto atisbo de autoridad. Mientras tanto, los más avispados del grupo guardábamos las sobras de la cena en bolsas de plástico. El conocimiento teórico y práctico del hambre determina la verdadera valía del intelectual. El debate gastronómico estaba al borde de hacerme perder los nervios cuando el mismísimo Ramoncín se atrevió a despreciar la sutil aportación del pimiento verde. Aunque uno se distingue por mantener la compostura ante cualquier situación, no tuve más remedio que reprender su desfachatez con un elegante y respetuoso “Eres un puto ignorante. El pimiento es al gazpacho lo que tus discos a un contenedor de basura”. Un silencio tenso congeló el ambiente y el decadente actor, escritor, cantante y parásito -en orden creciente de ocupación- se marchó del lugar soltando un bufido airado.

1 de septiembre de 2017

La Entrañable Moda De Ser Subnormal

El mundo avanza veloz, como una estrella fugaz hacia su propia destrucción con la que deleitarse de su precioso rastro de luz. Ese ritmo endiablado, del cual como integrantes ocasionales también estamos impregnados, no da lugar a una objetiva, calmada y necesaria reflexión del mismo. Asumimos procesos intrínsecos que aceleran la devastación, nos vanagloriamos de los mismos y en algún caso los encarnamos consciente o inconscientemente. En los últimos tiempos uno de ellos se está arraigando con fuerza: el ser profundamente subnormal. Entrañable, eso sí.