9 de febrero de 2015

Trilogía De Lo Circense

Visionarios

Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio, por no hablar de los kilos que le sobran para hacer el número del funambulista. Disculpe mi atrevimiento, pero con su bárbaro semblante, ¿en serio piensa embadurnarse la cara con pinturas y hacer reír a los niños? Esas palmas inmensas de garras cortantes tampoco me convencen para hacer malabares con machetes afilados. Sobre lo de saltar aros ardiendo, mejor ni hablamos, ¡menuda ocurrencia! Lo siento, don León, pero quizá esta vida no esté hecha para usted.

El juego de nunca acabar

Te faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio, pero no te desanimes: todo lo que sube ha de bajar. Algún día ahí estarás tú, esperándola hasta su agotamiento; y una vez rendida, la mirarás con desprecio y será ella a la que le sobren centímetros para tocar el suelo. Es cuestión de tiempo, no tanto de esfuerzo, de fe ciega en uno mismo y también en mí. Sobre todo en mí. Por hoy creo que es suficiente. Coja cita para la próxima semana. Hablaremos del amor manteniendo el equilibro sobre una delgada cuerda.

Dulce escapatoria

Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio, por tanto no creo que pueda escapar de aquí. No se lamente por la reducida fisonomía que sus padres le legaron, ni tampoco por mi aparente falta de compasión. Recuerde, cuando el suelo se abra en dos y sus pies sean consumidos por lodos de fuego, tener un pensamiento feliz, porque pasará a ser usted la reina de este cálido vergel. No se sorprenda. Como ustedes dicen, sé más por viejo que por lo que soy.



Microrrelatos (fallidamente) presentados a Relatos en Cadena - Cadena Ser

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