11 de octubre de 2018

El Hombre Perdido


Una vez un hombre perdido quiso encontrar una vía para encontrarse y se perdió en medio de unas frondosas montañas. Convirtió un refugio de pastores abandonado en su hogar y adoptó el estilo de vida más austero que le permitiera sobrevivir. Bebía de un abrevadero castigado por el paso del tiempo y se alimentaba de los frutos que estaban esparcidos por el suelo.

Pasaba el día y la noche solo. Repasaba los miedos y las inseguridades que lo atormentaban como si fueran martillos que le golpeaban sin descanso. Recreaba los sueños que alguna vez había imaginado lograr y que la realidad le había arrebatado de un plumazo, como el de ser un genuino imitador de Elvis Presley y bailar rock&roll todas las noches. Reproducía las caras de las personas que le tenían cierto aprecio y había dejado atrás, como el panadero y un primo del pueblo que visitaba una vez al año. Se decía a sí mismo entre susurros que era un cobarde, un inútil, un ingenuo, que su existencia no había sido más que un error. Gritaba con todas sus fuerzas, estremeciendo a las montañas perdidas y a los pocos seres que las habitaban, y después sentía un alivio reparador.
Pero todo cambió un día que paseaba por una zona poblada de granjas. El hombre perdido entró a un terreno en el que pastaba el ganado vacuno y se acercó hasta un grupo de vacas de piel parda. Todas las reses se espantaron rápidamente, excepto una de ellas, que tenía manchas blancas alrededor del morro. Aquella vaca se quedó estática mirando fijamente al hombre y este le tendió la mano a la altura de la boca. De manera tímida, el animal sacó la lengua y lamió la mano. Un repentino cosquilleo invadió el cuerpo del hombre y por unos instantes pareció levitar sobre aquel fangal.
Día tras día, el hombre visitaba a su nueva amiga. Se pasaba horas hablándole y acariciándole el lomo pardo. Lo mismo le podía ofrecer una clase magistral de repostería con microondas que recitarle versos de Neruda o narrarle los hitos más relevantes de la Batalla de Trafalgar, su preferida. La vaca observa absorta al hombre perdido y se mantenía en la misma posición durante horas, salvo en el momento que hacía sus necesidades con un sutil desparpajo. Al dormir, el hombre sentía su corazón latir muy rápido y mariposas en el estómago. Quizá fuera amor, se preguntaba mientras cerraba los ojos e imaginaba las curvas de su vaca estimada.
Con vistas a consolidar la relación y a que algún toro no se le adelantara, el hombre dio un paso adelante y empezó a pasar las noches en la granja junto a su amada. Una noche, mientras dormían abrazados contemplando las estrellas, el hombre perdido le confesó al oído que la amaba y le dio un tierno beso. La vaca emitió un leve “muuuu” que él entendió como que su amor era correspondido.
Reparado y con una vitalidad desbordante, el hombre tomó la determinación de reprender su antigua vida en la ciudad junto a su nuevo amor. Quería darle una vida mejor que pastar sin rumbo y ser exprimida cada mañana, quería ser el único ser que la ordeñase. Había pensado que la vaca podría encargarse de las tareas del hogar y que con el tiempo podría encontrar un trabajo de reponedora en un supermercado o de acomodadora en los cines. Entonces fue a buscar al granjero y le explicó la situación, así como sus nobles sentimientos. Aunque el granjero no podía salir de su asombro, aprovechó la coyuntura para pedir una cantidad desorbitada por la libertad de su res que el enamorado pagó sin rechistar. Por fin, el hombre perdido se había encontrado.
Se trasladaron a la ciudad y, aunque con algunas dificultades como todas las parejas, fueron felices y comieron pienso y perdices.

11 comentarios:

  1. Rara historia pero interesante jajjaja

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    1. Sí, es una historia un poco peculiar, me gusta este tipo de argumentos aparentemente descabellados, te dan margen para contar entre líneas. Gracias por leer y comentar. Saludos.

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  2. Yo me tenía por ser imaginativa pero leyendo tu historia apelo aquello de: "Qué es imaginación?" "Imaginación eres tú".

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    1. Agradecido por tus palabras Manuela, hacemos lo que podemos. La imaginación está ahí, sólo hay que capturarla y que no se evapore en la mente! Gracias por leer y comentar, saludos!

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  3. Hola Rafalé,
    Me ha recordado a cuando la vida toda era en el campo y era raro subir a la ciudad. El amor que le tenían al ganado, que aún los hay, es inconmensurable. Entiendo el amor hacia el animal pero eso me recuerda que cuando tenemos animales a los que queremos, acabamos tratándolos como personas. Eso me da a entender tu texto. Adoro a mi perro pero si que es cierto que al final el tiempo que le dedico es casi como si fuera mi hijo, en este caso, su mujer jaja Muy buen relato y cuidado.

    Saludos!! (Dije que me pasaría y aquí estoy)

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    1. Buenas Karen. Sin duda hay muchas personas que tienen un gran amor a los animales, cada vez más, pero también hay gente muy habituada al trato con animales que los acaban convirtiendo en puros objetos. En este caso, el protagonista quizá no tuviera mucho contacto con ellos y fue eso lo que le hizo encontrar algo que buscaba en ellos.

      Mil gracias por tu lectura y comentario. Te prometo devolverte la lectura en cuanto pueda. Saludos!

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  4. Has logrado que lea de una vez todo el relato. Enhorabuena!

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    1. Me siento muy halagado por ello. Mil gracias por acudir a este rincón! Saludos!

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  5. Al empezar a leer me has recordado a Gean Giono en "l'homme qui plantait des arbres" pero el desenlace es totalmente diferente.
    Pasé a visitar tu blog para ir leyendote.

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  6. Al empezar a leer me has recordado a Gean Giono en "l'homme qui plantait des arbres" pero el desenlace es totalmente diferente.
    Pasé a visitar tu blog para ir leyendote.

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  7. Al empezar a leer me has recordado a Gean Giono en "l'homme qui plantait des arbres" pero el desenlace es totalmente diferente.
    Pasé a visitar tu blog para ir leyendote.

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