He
de confesar que no acostumbro a leer novelas de autores noveles. El tiempo
escaso, la rudimentaria experiencia y el inabarcable tamaño de la biblioteca
universal me conduce a un sendero de novelistas consagrados. Sin embargo, con El Espejo de Ricardo Zamorano hice una gustosa excepción, motivada en buena
parte por ser agraciado con una copia física mediante sorteo.
Se trata de una novela corta que
esboza un mundo hecho jirones tras una suerte de apocalipsis. El protagonista,
Ayna, un niño huérfano de apenas nueve años, guía al lector por el camino
vital, desde la plena candidez hasta descubrir la crueldad contemporánea. La
historia está estructurada en capítulos breves que hace de su lectura un
ejercicio absorbente. A destacar la cercanía de la acción, con la permanente
sensación de vivir la obra en primera persona; la potencia literaria de las
descripciones; y un estilo narrativo muy directo. El final es un mazazo que
convierte El Espejo una novela de las que no son fáciles de olvidar.
En cierto momento, traté de sacar
algún tipo de interpretación o metáfora, pero en ocasiones conviene dejarse
llevar por la sucesión incesante de aventuras. Lectura muy agradecida y seguro
que no la última del ámbito. Enhorabuena, compañero.
Muchas gracias por aquí también, Rafael. Una gran reseña.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mil gracias a ti! Seguimos en la brecha, leyendo y escribiendo. Abrazos.
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