Visionarios
Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar
la barra del trapecio, por no hablar de los kilos que le sobran para hacer el
número del funambulista. Disculpe mi atrevimiento, pero con su bárbaro
semblante, ¿en serio piensa embadurnarse la cara con pinturas y hacer reír a
los niños? Esas palmas inmensas de garras cortantes tampoco me convencen para hacer
malabares con machetes afilados. Sobre lo de saltar aros ardiendo, mejor ni
hablamos, ¡menuda ocurrencia! Lo siento, don León, pero quizá esta vida no esté
hecha para usted.
Te faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar
la barra del trapecio, pero no te desanimes: todo lo que sube ha de bajar.
Algún día ahí estarás tú, esperándola hasta su agotamiento; y una vez rendida,
la mirarás con desprecio y será ella a la que le sobren centímetros para tocar
el suelo. Es cuestión de tiempo, no tanto de esfuerzo, de fe ciega en uno mismo
y también en mí. Sobre todo en mí. Por hoy creo que es suficiente. Coja cita
para la próxima semana. Hablaremos del amor manteniendo el equilibro sobre una
delgada cuerda.
Dulce
escapatoria
Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar
la barra del trapecio, por tanto no creo que pueda escapar de aquí. No se
lamente por la reducida fisonomía que sus padres le legaron, ni tampoco por mi aparente
falta de compasión. Recuerde, cuando el suelo se abra en dos y sus pies sean
consumidos por lodos de fuego, tener un pensamiento feliz, porque pasará a ser
usted la reina de este cálido vergel. No se sorprenda. Como ustedes dicen, sé
más por viejo que por lo que soy .
Microrrelatos (fallidamente) presentados a Relatos en Cadena - Cadena Ser
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