Pintando aquellos extraños bisontes de irregulares patas siente
próxima la hora de cazarlos. Luce una retahíla de plumas blancas sobre la
cabeza, tres rayas de color en la cara y cabalga sobre su caballo sin levantar
apenas el polvo de su desierto. Nada más oír un trote seco a su espalda, estira
el arco y apunta al jefe de unos colonos que amenazan arrasar su poblado.
Aunque la flecha alcanza su frente, ella lo agarra hasta inmovilizarle.
–Tú no someter mi pueblo. ¡Luchar!
–Lo siento, pequeño Jefe Pontiac, pero es la hora de tu
ducha.
Microrrelato presentado a Relatos en Cadena - Cadena Ser
Como te comenté en el foro, genial. Muy bueno el final con sorpresa.
ResponderEliminarBuenas José! Me alegro que lo hayas visto (leído) así. Un placer verte por aquí!!
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