De
entre todos los candidatos, el empresario escogió al que más lo necesitaba. El
hambre cegaba la vista de aquel desgraciado, sus torpes balbuceos escupían
desesperación. Se le asignó la mitad del sueldo y la jornada prevista se vio
prolongada. Mientras le ajustaban los grilletes, el esclavo agradeció con
fervor la caridad del patrón altruista.
Muy cierto y plasmado en letras con picardía! Saludos.
ResponderEliminarMe encantaría que fuera una ficción, pero creo que muchas veces se convierte en verdad....
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