Hubo una vez un
soñador que abrió un negocio que dispensaba humildad. En las tertulias de la
ciudad se alababa la idea, muchas personas reconocían que no les iría mal
hacerse con un poco de modestia y en la tienda se concentraban cientos de
curiosos.
Después de meses, resignado y arruinado, el ingenuo dueño se vio
obligado a cerrar. Ahora vende tazas, camisetas, chapas y libretas con frases
como "No te creas más que nadie, ni te creas menos que alguien". Le
va bien, dicen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario