Era
una maravilla de la especie humana, un prodigio de la naturaleza, un crisol de
bondades físicas y psicológicas, pero todas del revés. De la misma forma que encontrar
a una persona que roce la perfección en todas sus facetas es un hito extraordinario
y bello, el aunar todas las taras y calamidades habidas y por haber también resulta
primoroso y poético.
Quizá influyó en su carácter temeroso el haber disfrutado de
los veranos recluido en un oscuro aposento que el hombre del saco rondaba cada
noche, quizá. Pudiera ser que sus inseguridades se fortalecieran por las burlas
de compañeros y profesores del colegio, pudiera ser. Tal vez su salvaje fragancia
corporal se viera afectada por los baños en turbios abrevaderos para ganado, tal
vez. Es posible que su cojera, tartamudez, estrabismo, alopecia prematura y
joroba; sus alergias, intolerancias y afecciones fueran un cruel regalo de Dios;
pero el no haber recibido el más mínimo interés por aliviarlos, sin duda, convirtió
a Bartolo en una maravilla monstruosa. Es posible.
De pequeño, sus padres se esforzaron por buscarle un buen
porvenir tratando de encasquetarlo al primer postor. Cada mañana lo dejaban en
la entrada del pueblo con un cartel colgado al cuello que rezaba “me cambian por un tractor con arado”. Más
tarde redujeron sus pretensiones a una hornilla, un marrano, un transistor y un
San Pancracio, hasta llegar a ofrecer sus propios huertos por ver feliz a su
hijo lo más lejos posible. A pesar de que el chico no suponía un gran gasto –se
alimentaba a base de restos de pienso y vestía con retales de sacos de patatas–,
la familia estaba empeñada en albergar un burro en la cuadra que hacía las
veces de cuchitril para Bartolo.
Cuando el circo llegó al pueblo, el matrimonio vio la gran
oportunidad para su hijo. Sobornaron a la mujer barbuda y ésta les dejó pasar a
la zona de las bestias. Metieron a Bartolo en la jaula de los tigres
hambrientos, pero nada más contemplarlo, éstos se aferraron a las rejas tratando
de alejarse del monstruo.
La siguiente tentativa fue la de dar a Bartolo una vida al
servicio de Dios en un monasterio de clausura. Concluido el período de prueba,
los monjes decidieron rechazarlo debido a su carácter agitador. Al parecer, la
mayoría de imágenes se habían dado a la fuga, dejando así desérticas las obras
de arte religiosas. Hasta cuatro Cristos se habían descolgado de sus respectivos
maderos al olfatear al muchacho.
Tras la negativa del gremio de vagabundos y al ser la
esclavitud una práctica controvertida, los padres de Bartolo, desesperados y
abatidos, se dieron por vencidos. De esta forma, optaron por aceptarlo y
quererlo tal y como era, con sus virtudes y defectos, aunque careciese de las
primeras. Después de veinte años, volvieron a abrazarlo y a sentir la caricia
de su piel escamosa. En ese momento, la madre sintió un gran alivio. El juanete
que la martirizaba durante décadas había desaparecido. El padre gritaba de
emoción, sus almorranas se habían volatilizado y notaba una agradable brisa recorrer
su ano. Anonadados por el prodigio, pidieron a Bartolo que abrazara al gato, el
cual era afónico y no tenía movilidad en sus dos patas traseras. Inesperadamente,
el felino entonó una alegre canción mientras bailaba animado un twist levantado
sobre sus dos patas traseras.
El rumor de los poderes de Bartolo se extendió por la región
y el viejo cortijo de la familia empezó a recibir centenares de visitas que
buscaban desesperados un milagro. Todo el mundo se lanzaba a los brazos del engendro,
dejando atrás sus enfermedades y penurias. Desde reumas hasta hernias, pasando
por incontinencias urinarias, infertilidades o fracturas óseas encontraban su
cura. También había hueco para sanar fobias variopintas, olor de pies,
calvicies galopantes, el mal de amores e incluso la pereza crónica.
En unos días se formaron colas kilométricas para visitar al chico.
En vista del éxito, la familia decidió dar al asunto un tinte lucrativo. Los
visitantes inundaban con billetes y joyas el cepillo, compraban enloquecidos estampas
con la imagen divina del monstruo, además de camisetas, lapiceros, ceniceros,
encendedores, tazas, libretas, llaveros y otros trastos inútiles. El modesto cortijo
dio paso a un opulento palacio y los padres de Bartolo tomaron el gusto por ampliar
horizontes. Entretanto, el muchacho trabajaba a destajo, aunque por las noches
se permitía ciertas licencias, como la de engullir barras y barras de mortadela
o la de redimir a rameras de su equivocado camino.
Tras un año de viaje, los padres de Bartolo regresaron a su
hogar para recabar un poco más de presupuesto y, secundariamente, comprobar que
el negocio –y por ende su hijo– continuara bien. Al llegar encontraron a la
gente alterada y enfurecida, tampoco había rastro de Bartolo. Una procesión compuesta
por cientos de personas ataviadas con batas blancas discurría hacia el monte.
Los padres de Bartolo corrieron hacia la cima entre insultos y zarandeos. En la
cima, un par de prostitutas lloraban al lado de la cruz de la que colgaba el
cuerpo de Bartolo. En lo alto relucía una placa que rezaba I.N.R.I.F.: Imbécil, Nunca Retes a la Industria Farmacéutica. Los
padres de Bartolo exigieron hablar con el responsable. Un tipo, vestido de
traje y armado con cabás, se presentó. A continuación de una tensa negociación,
firmaron el acuerdo, bajaron de la cruz a Bartolo y una ambulancia lo trasladó
urgentemente a un hospital.
Unos meses más tarde, Bartolo regresó a casa radiante: dentadura
nueva, implante de pelo, cirugías estéticas y plásticas varías, rinoplastia,
aumento de pene y pecho… Por contra, su divinidad se había secado. Restablecido
y alegre, con el dinero que sus padres no habían dilapidado aún, montó un
negocio familiar honrado, algo con lo que verdaderamente pasar inadvertido:
especulación y blanqueo de capitales. Y así, Bartolo se convirtió en uno más, y
junto con sus padres fueron por siempre felices.
Segundo Premio del concurso de Verano de Abretelibro.
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Fuentes de Inspiración:
Parca Miseria - Albatross (relato).
La Vida De Brian (película).
Sin Noticias De Gurb - Eduardo Mendoza (libro).
Amanece Que No Es Poco - José Luis Cuerda (película).
Fuentes de Inspiración:
Parca Miseria - Albatross (relato).
La Vida De Brian (película).
Sin Noticias De Gurb - Eduardo Mendoza (libro).
Amanece Que No Es Poco - José Luis Cuerda (película).
Una narración intensa en tono de cuento. Un personaje fascinante el que has creado para esta historia con un trasfondo sutilmente crítico. Me gusta el humor, sin alardes, donde debe estar, absurdo y sarcástico. Escribes bien (sin faltas y correcta utilización de los signos ortográficos), y eso es difícil de encontrar en blogs como los nuestros. Un saludo.
ResponderEliminarBuenas Ricardo,
Eliminaragradezco enormemente tu lectura y sobre todo tu comentario, son gasolina para seguir carburando en forma de palabras. Me alegra que te guste este humor absurdo.
Saludos!
Un relato imaginativo narrado con mucha gracia.
ResponderEliminarMil gracias. Fue tan placer escribirlo como ser leído! Un placer tu lectura y comentario!
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