La
euforia de concluir su primera obra se desvaneció al leerla. Un reguero de
incertidumbres le paralizaba y la ilusión de crear dio paso al espanto. El
joven escritor se lamentaba por haber sido tan diáfano y se angustiaba al
preguntarse si su historia podría molestar a alguien. Se odiaba por haber sido
él mismo.
Al poco tiempo optó por escribir una
historia de amor entre la hija de una familia noble y el jardinero de la casa.
No hubo lugar a la controversia y la obra fue galardonada en varios certámenes,
la crítica lo adoraba y su editor se frotaba las manos. Mientras tanto su
genuina creación aguarda en silencio cubierta de polvo.
Resume muy bien la situación a la que se ven expuestos muchos autores, que deben ajustarse a las normas que rige el mercado editorial.
ResponderEliminarBuenas Alicia. Sí, algunos de esos márgenes son impuestos por los intereses de las editoriales, basados en si gustarán o no a los demás, lo que lleva a una limitación de la creatividad preocupante. Gracias por leer y comentar! Saludos!
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