Siempre
he escuchado tópicos como "la edad
pasa factura" o "los años no
perdonan" con una actitud burlona, casi desafiante. Hace no tanto,
atravesaba las noches sin apenas dormir. Regaba mis vísceras con gasolina, mis
piernas danzaban sobre un mar de adrenalina y llegaba fresco a la mañana
siguiente para labrar campos de almendros, ordeñar diez granjas de vacas,
correr una maratón o atravesar el Estrecho de Gibraltar a nado. No sé en qué
momento reciente todo cambió: los primeros plazos del crédito de salud que
creía infinito habían vencido y mi cuerpo decidió empezar a saldar cuentas
pendientes.
Tras una noche de frenesí, noté una
sensación desconocida sobre la espalda y que casi paralizaba mi hombro
izquierdo. No sabía de qué se podía tratar, quizá un tatuaje que me hubiera
hecho en medio de la vorágine de la locura nocturna. Consulté desesperadamente
con mis allegados e insistí, casi entre lágrimas, a los que tenían algún tipo
de relación con la medicina. Como si fuera una cosa baladí me diagnosticaron
los síntomas de una luxación o una tendinits y me recomendaron aplicar cremas
de frío y tomar analgésicos. ¿Qué quería
decir analgésico? ¿Se introducía por donde los supositorios? ¿La crema de frío
tenía que estar en la nevera? ¿Lo dispensarían los camellos de los polígonos?,
cavilaba contrariado, pues entre el vino, el confeti y la máscara de caballo no
veía ninguno de esos productos. Lo mejor que encontré fue una bolsa de judías
congeladas, que guardaba como una reliquia de coleccionista desde hacía años,
pero no conseguí atajar el dolor. Así pues, un día me encontré yendo a la
farmacia, andando a duras penas, deambulando por las calles, dándome cuenta que
el tópico sobre los años y la salud era cierto.
Sin embargo, las deudas nunca vienen
solas, pues se suelen conceder con unos ciertos intereses más posibles recargos
por atraso. Era una noche de verano cuando desperté con un terrible dolor de
estómago. ¿Quién podía sospechar que me iba a sentar mal una cena a base de
fritos, pasta con huevo crudo, medio litro de cerveza y un delicioso tiramisú
de la 'Osteria Della Dolce Morte'? Me miré en el espejo y comprobé que estaba
hinchado como un globo aerostático. Me asusté, pues con ese artefacto
incrustado en mi estomagó temía que pudiera echar a volar e incluso
implosionar. Volví a la cama contrariado y no conseguí conciliar el sueño.
Tumbado el dolor se agudizaba y adopté una posición a medio recostar para
tratar de no fenecer. Pasaban las horas, el dolor no remitía y vi amanecer. Me
convencí de que habría sido una indigestión y que se acabaría pasando.
Pero mi panza, en su versión más
revanchista y usurera, optó por extender el desafío por un periodo indefinido.
Casi todo lo que comía me sentaba como una patada. Por tanto acudí a la sabiduría
de las redes y supliqué para que la prima del cuñado de un conocido casi
desconocido, que había sido médica en un circo ambulante, encontrara solución o
que me buscara un estómago de segunda mano a precio módico. Ella estaba segura
de que se trataba de gases y me recomendó una medicación sin receta.
Insistentemente, me repetía que no me preocupara. Claro, como no eres tú la que te vas a morir por unos gases, la
recriminaba para mis adentros. El tiempo pasaba y las deudas de salud me
asfixiaban. No podía dormir, no podía vivir y mi estómago seguía de vacaciones
en alguna playa de Cancún. Decidí llevar a cabo dietas milagro que encontré en
un blog titulado 'Come Salud y Caga Vida', desintoxicaciones forzosas que
recomendaba el youtuber 'Dr. Death', fui a un curandero que me fregó un buen
puñado de cuartos y hasta le recé a Dios, Alá, Buda y Superman, por si alguno
de ellos se apiadaba de mí.
Al final, sin saber muy bien cómo ni
por qué, volví a la normalidad. Parece que había pagado parte de mis deudas,
pero ahora soy consciente de que los años no perdonan y que un día, en el más
mínimo descuido, volverán para reclamarme lo que es suyo.
Muy divertido, original y muy bien relatado. Me he reído mucho. Genial relato!!!! y gracias por invitarme a leerlo
ResponderEliminarBuenas Ana. Un placer tener por aquí y disfrutar de tu visita. Me alegra que te hayas reído, es el principal objetivo de estas cavilaciones! Mil gracias por leer y comentar! Invitada estás siempre!
EliminarQue chalado que estás, jajajaja. Buenísimo hilirante relato. Dios te conserve la comedia en esos dedos dementes tan rápidos y eficientes. Gracias por otro buen relato.
ResponderEliminarTotalmente... Pero también orgulloso. Me alegra que te haya gustado el relato y, sobre todo, que lo enmarques en el mundo de la comedia. Mis dedos son un poco torpes, pero por ahora me permiten hacer la compra diaria de calamares en su tinta y con eso me sobra!
EliminarAbrazos!!!