10 de mayo de 2015

Una Novela Criminal – Giancarlo De Cataldo

Seducido por el visionado de su espectacular adaptación a la pequeña pantalla, comencé expectante la lectura de Una Novela CriminalRomanzo Criminale en versión original–, una obra que nos adentra en las lúgubres calles de Roma entre finales de la década de los setenta y comienzos de la noventa. Comandados por el liderazgo férreo del Libanés, la Banda della Magliana se erigió como principal potencia del narcotráfico y del crimen organizado del centro de Italia. Además, sus conexiones directas con miembros de la policía, líderes políticos e incluso la Iglesia ofrecen una interesante perspectiva sobre el ocaso del esplendor italiano y su inmersión en la decadencia de los últimos tiempos.


El libro está firmado por Giancarlo de Cataldo que, además de escritor, ejerce como magistrado de lo penal, traductor y guionista para cine y televisión. De entre su bibliografía cabe destacar Italia Cosa Nostra (2007), acerca de la sociedad criminal siciliana, su incursión en el Risorgimento –período en que tuvo lugar la reunificación italiana– con su novela histórica Los Traidores (2010) y otros trabajos que complementan o giran en torno a esta obra reseñada. Pero es Una Novela Criminal la que mayor reconocimiento ha dado al autor, magnificado por la serie producida por la RAI (2008-2010) y dirigida por Stefano Sollima, así como la película de Michele Placido (2005) Ambos productos, de título homónimo, cuentan con el trabajo de de Cataldo como guionista y contienen ciertas licencias que las distorsionan respecto a la trama original.

Así pues, Una Novela Criminal nos traslada a la Roma de los anni di piombo en la que acontece el nacimiento de la Banda Della Magliana, creada por un grupo de pequeños delincuentes y rateros de los suburbios. Tras dar el primer golpe con el secuestro del Barón Rosellini, el grupo decide invertir el dinero en el tráfico de drogas y poco después acaban monopolizando el mercado romano mediante una eficiente red de camellos. Para ello no dudan en aniquilar a clanes rivales de manera despiadada, ofreciendo escenas de violencia explícita. Paulatinamente, la ambición desmedida del Libanés, capo de la banda, hace expandir sus negocios hacia el juego, el ocio nocturno, la prostitución, la especulación inmobiliaria o la usura. En esta primera etapa, es visible el engranaje sólido en torno a la figura de su líder, así como la singular personalidad de éste.
—¿Quieres declarar la guerra a los calabreses? —preguntó el Dandi asombrado.
—No hace falta. Abandonan. Y además, aunque así fuese… ¿acaso no sabes que los enemigos aumentan con el honor?
—Pues sí que… ¿de quién es ese sermón?
—¡Mussolini! —gruñó el Libanés que, en lo tocante a cuestiones de pasión política, no transigía.
—¡Ay Líbano, estás verdaderamente obsesionado! —le dijo el Dandi riéndose”.

En una época convulsa a nivel político, la banda comienza a establecer contactos con grupos de extrema derecha y a cooperar en causas como el secuestro de Aldo Moro –dirigente de la Democracia Cristiana– a mano, presumiblemente, de las Brigadas Rojas, con el anticomunismo como pegamento entre ambas facciones. El ascenso del grupo consigue atraer a policías corruptos que les permite campar a sus anchas, disponer de almacenes de armas en edificios públicos y torpedear la investigación emprendida por el juez Borgia y el comisario Scialoja. Es el propio comisario el que, tras años de investigación anclada y penurias varias, ilustra la complicidad del sistema para con las mafias.
¿Quiere saber cuándo seremos realmente europeos? Cuando por fin nos libremos de la perversa conexión entre política, criminalidad, empresarios corruptos, servicios secretos desviados… cuando logremos extirpar este cáncer… si es que lo conseguimos…
[…] A grandes rasgos, se trata de una cuestión política. Pretenden mantener el orden. Controlar la situación para que nada cambie. Los que ponen las bombas podrían resultarles útiles. Y por ello dejan que lo hagan. Los usan. Los miman. Todo depende del anticomunismo. El impulso inicial fue el miedo a los rojos. Personalmente hace años que no voto. Pero me espanta pensar que para tener alejados a gente como Amendola o Berlinguer sea necesario meterse en la cama con los asesinos. Proteger a los traficantes de droga. Pagar a terroristas neofascistas. Dar vía libre a la mafia”.

Una vez asesinado su líder, la codicia de unos y la torpe imprudencia de otros acaban por dividir a la banda y resquebrajarla hasta su práctica extinción. Las traiciones se suceden, así como las entradas y salidas de la cárcel. Es en ese punto donde la obra se desliga del apartado callejero y da lugar una perspectiva más centrada en cuestiones políticas y judiciales. Entre tanto, avanza el interesante triángulo amoroso entre el comisario Scialoja, El Dandi –uno de los capos de la banda, bien relacionado con la Iglesia– y Patrizia, lo cual le sirve al primero para estrechar el cerco sobre los criminales. Esta última, prostituta, nos regala la siguiente perla para evidenciar el impecable tratamiento psicológico de los personajes.
—Las putas sueñan siempre con la misma cosa: una casa con un gran televisor, dos hijos, un hombre que no les pegue todos los días, sino tal vez sólo durante el fin de semana. Sueñan que las llaman «señoras» cuando van a hacer la compra. Vestidos bonitos, alguna que otra joya, un coche o dos… Sueñan con ser como tú o como tus amigas, ¡y no entienden eso de la revolución!

Estos pasajes acontecen de manera aislada debido al ambicioso y extenso entramado. Las páginas de Una Novela Criminal se convierten en una retahíla de disparos certeros, vertiginosos, que no dejan reposar los acontecimientos, ni tampoco dan lugar a un solo resquicio para la intriga. Su estilo resulta muy directo, sin adornos literarios, conversaciones descarnadas, con una descarga de acción desbordante y, en ocasiones, pesada. La cantidad de personajes –cerca del medio centenar– y la inmensidad de pequeñas tramas acaban por restar cohesión al texto. De esta forma, podemos considerar al libro un loable trabajo de investigación periodística con tonalidades narrativas, más que una novela clásica al uso. Sensaciones contrapuestas a las de la serie que, siendo también pretenciosa, cuida los pequeños detalles y sosiega su ritmo sin mermar su carácter salvaje.

Como en la anterior entrega, se puede concluir que Una Novela Criminal es un buen trabajo para acercarnos a esta época oscura de manera fiel, documentada con rigor y de fácil asimilación. Algo más discutible es su valor en cuanto a literatura se refiere, lo cual es disculpado por lo imponente de la trama. No estaría mal comprobar cuál es la evolución de Patrizia y Nicola Scialoja, entre otros, en Italia Cosa Nostra, continuación natural de la obra analizada.



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Ficha Técnica:
Título: Una Novela Criminal (Romanzo Criminale).
Autor: Giancarlo de Cataldo.
Páginas: 652.
Editado por: Roca.
Año de publicación: 2007.
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