A
mitad de noche, su dulce canto se despierta en mi cabeza. Trata de acallar su
propia voz, la que aúlla quebrada al otro lado. Tapo mis oídos con fuerza y susurro
la canción que ella me enseñó para que el miedo no pueda atravesar mi piel. Percibo
cómo, tras las paredes, se derrama la sangre que me dio la vida ante unos ojos
que perdieron la mirada. La incertidumbre de volver a sentir su amor me ahoga
hasta que entra y, mientras finjo estar dormido, me abraza y entona temblorosa esa
melodía que no quiero escuchar nunca más.
Microrrelato presentado a Relátate Contra La Violencia de Género (UGR)
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