De las aventuras de
los animales de una granja rural de la Inglaterra de mitad de siglo pasado, nace
una luminosa intuición política de nivel internacional y, por ende, una vía
primorosa para entender los grandes acontecimientos de la historia reciente.
Tanto en su naturaleza de fábula asequible, como en la de lúcida alegoría, Rebelión
En La Granja se erige como una obra de indispensable lectura, que
muestra a un George Orwell especialmente crítico con los sistemas
totalitaristas y la corrupción del hombre ante el poder. Un grito claro y
potente que apela por arrancar la cálida venda de las sociedades modernas.
Gran
parte del espíritu contestatario de Orwell asentado en su faceta de escritor proviene
de sus vivencias en primera persona como agente durante la invasión británica
de Birmania, ciudadano asfixiado por la indolencia gubernamental o como combatiente
en las milicias anarquistas durante la Guerra Civil Española. De hecho, la
experiencia como miliciano en las filas del POUM relatadas en Homenaje A Catalunya (1938), sirvió al
periodista británico para posicionarse en contra del régimen soviético y supuso
el germen ideológico de Rebelión En La
Granja (1945). Sumido en una indiferencia mediática inicial, Orwell
culminaría su carrera con su obra más reconocida, 1984 (1949), donde vuelve a afilar su pluma contra los
totalitarismos, aunque se mantengan invisibles.
De
esta forma, Rebelión En La Granja nos
traslada a una finca de la Inglaterra rural en la que el señor Jones controla la producción de una
forma autoritaria y poco eficaz. Mientras tanto, los discursos de Mayor, un
cerdo anciano, encienden la chispa del animalismo, un movimiento que pretende
la liberación e igualdad de los animales frente a la tiranía de los humanos.
Comandados por los cerdos Snowball y Napoleón, autoproclamados como especie más
inteligente, los animales consiguen derrocar el régimen del granjero y
establecer el sistema animalista. Al comienzo, el nuevo sistema promueve
grandes resultados a nivel de producción que repercuten positivamente en el
bienestar del resto de animales, pero a la larga el régimen comienza a
resquebrajarse y la corrupción, el terror y la manipulación se erigen como sus únicos
valedores.
Cabe
reseñar el conflicto en la cúpula del sistema entre Napoleón, el cerdo
autoritario que no vacila en conseguir sus fines sin importar los medios, y
Snowball, el cerdo idealista y defensor de la honestidad inicial del movimiento
que acaba perseguido y acusado de traición. Al igual que Stalin en su cruzada
contra Trotsky, se establece a Snowball como enemigo público para infundir
terror a la granja por medio de sospechas infundadas y reforzar de esta forma
la figura de Napoleón como único garante de la defensa de los animales. En este
sentido, trazando la metáfora con la relación entre la URSS y la Alemania nazi,
el régimen no duda en tener relaciones con otras granjas de dueños humanos disponiéndolos como
amigos o enemigos a su libre disposición.
“Napoleón mantenía mejores relaciones que
antes con los otros granjeros. Y ocurrió que en el patio había una pila de
madera para la construcción, que estaba allí desde hacía diez años, cuando se
taló un bosque de hayas. Estaba bien mantenida y Whymper aconsejó a Napoleón que
la vendiera; tanto el señor Pilkington como el señor Frederick se mostraban
ansiosos por comprarla. Napoleón estaba indeciso entre los dos, incapaz de
adoptar una resolución. Se notó que cuando parecía estar a punto de llegar a un
acuerdo con Frederick, se decía que Snowball estaba ocultándose en Foxwood, y
cuando se inclinaba hacia Pilkington, se afirmaba que Snowball se encontraba en
Pinchfield”.
Dichas
estrategias no obtendrían el respaldo de los animales sin una eficiente campaña
de manipulación, orquestada por los voceras oficiales quienes reinventan a su
antojo el pasado o matizan hasta la contradicción las bases del movimiento, aprovechándose
de la patente ignorancia de los animales.
“Ellos sabían que la vida era dura y áspera,
que muchas veces tenían hambre y frío, y generalmente estaban trabajando cuando
no dormían. Pero, sin duda alguna, peor había sido en los viejos tiempos.
Sentíanse contentos de creerlo así. Además, en aquellos días fueron esclavos y
ahora eran libres, y eso representaba mucha diferencia, como Squealer nunca se
olvidaba de señalarles”.
Paulatinamente,
la sutil manipulación viene descaradamente reforzada por el terror de la mano
de una jauría de perros que custodia al líder e intimidan a la población,
ejecuciones en público, torturas y vejaciones. Las directrices de igualdad, por
su lado, acusan la ascendente inoperancia y la corrupción de los líderes
quienes comienzan a imitar el nivel de vida de los humanos que tanto habían
criticado. Es por este motivo por el que, tristemente, la idea inicial de
igualdad entre seres da paso a la realidad del hambre, la miseria y la
esclavización.
“Nuevamente fueron reducidas todas las
raciones, exceptuando las de los cerdos y las de los perros. «Una igualdad
demasiado rígida en las raciones —explicó Squealer—, sería contraria a los
principios del Animalismo»”.
Es
interesante mencionar el prólogo de la obra, La Libertad De Prensa, resaltando que es preferible leer la fábula y
después el prólogo para no restarle ni un ápice de su calado más literario. En él,
George Orwell clava sus garras contra gran parte de los medios de comunicación
tradicionales que con su beneplácito y cobardía se convierten en cómplices de
las mentiras de los gobiernos y consiguen fomentar la complacencia y el
desconocimiento de su pueblo. “Libertad
significa el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”, solía afirmar
Orwell.
“Esto es fácil de entender mientras la prensa
británica siga tal como está: muy centralizada y propiedad, en su mayor parte,
de unos pocos hombres adinerados que tienen muchos motivos para no ser
demasiado honestos al tratar ciertos temas importantes”.
Por último, no me
gustaría cerrar esta reseña mencionando la repercusión de la novela. Aunque Rebelión En La Granja ha servido durante
años como instrumento para atacar al comunismo alcanzando una popularidad
desorbitada, sobretodo en EEUU durante la Guerra Fría, parece existir un arrojo
de duda en su utilización partidista. Además de describir los logros del
movimiento tras perpetuar la rebelión, como demuestra su bibliografía, sus
artículos en la prensa así como su afiliación política, el verdadero interés de Orwell
era el de denunciar el sometimiento de los regímenes totalitarios de cualquier
tipo de ideología. Es por ello razón suficiente para alertar al lector de que no
está ante una obra que destruya el sueño de la utopía, sino ante una que alerta
de los errores de personajes que se han asentado sobre ella, la corrupción del
hombre frente al poder y el beneplácito de los medios para redoblar la voluntad
colectiva .
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Ficha Técnica:
Título: Rebelión En La Granja.
Autor: George Orwell.
Páginas: 112.
Editado por: Destino.
Año de publicación: 1945.
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Ficha Técnica:
Título: Rebelión En La Granja.
Autor: George Orwell.
Páginas: 112.
Editado por: Destino.
Año de publicación: 1945.
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