La
impotencia y la culpabilidad sacudieron vertiginosamente mi alma. Recostado en el
sofá, mi conciencia había abrazado los designios de la solidaridad y la
justicia.
Ajeno a mi vital transformación, las olas mecen un alma que
pedía refugió a orillas de la costa.
En una sociedad enferma la cordura es la locura, el abismo se precipita hasta colisionar con el horizonte y aniquilar el tiempo.
ResponderEliminarGenial todo lo que escribes!
Encantado de que me leas! Gracias por tu lectura y comentario. Es un placer!
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