Se
derritió la pasión dejando tras de sí el cenagal que empantana los huesos. Se
evaporó el tiempo para dar lugar a tormentas que ensombrecen los pensamientos.
Se cristalizó la desesperación en el genio que fugazmente se es capaz de
atesorar. Y antes de terminar, en el mismo lugar, en el instante preciso, de
igual forma, el ciclo ha vuelto a comenzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario