Desde
lo alto del trono, afila la lengua confiado en evitar la caída. No se ha
encontrado tesoro ni prominencia que le arranque la más mínima lisonja de la
boca. Castrada la razón, desposeída toda condición y cosida una frágil ilusión,
una legión parece sostenerle jurando admiración. Pero, al rebanarse la garganta,
se ahogan las palabras, el pedestal cede sin lastimar ningún hombro y el suelo
entrega el beso de barro prometido. Aunque se ruborice el hundido ante la constatación
de la nada, no es cosa vana levitar lo invisible.
Guau,;"el suelo entrega el beso de barro prometido", muy bueno. Un relato con mucha fuerza. Me ha gustado. Saludos
ResponderEliminarBalbina
Me alegra que así te haya parecido. Gracias por leer y comentar.
EliminarSaludos!